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Arquitectura a la medida de la música

(13.01.2013)

El concreto fue el material más utilizado en la estructura de la sede del Sistema Nacional de Orquestas para que el mantenimiento sea el mínimo


Las obras de Jesús Soto y de Carlos Cruz-Diez dan la bienvenida al Centro Nacional de Acción Social por la Música (Cnaspm) en el bulevar Amador Bendayán, en Quebrada Honda (Caracas). Un recinto arquitectónico que presta sus espacios a la formación del Sistema Nacional de Orquestas, fundado por el maestro José Antonio Abreu. En diez pisos de construcción transitan a diario entre 500 y 1.000 personas que tienen el placer de deleitarse con la estructura diseñada por Tomás Lugo.

El suelo del primer nivel del centro fue ideado por el exponente del arte cinético venezolano Carlos Cruz-Diez. Es un mosaico llamado Inducción cromática a doble frecuencia que se hace inevitable comparar con el suelo del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, otra de sus obras. En ese caso, los colores utilizados fueron verde, ocre, azul y negro.

Siguiendo el rastro de ese imponente diseño que recibe a los visitantes del Cnaspm, se desemboca en el legado que Jesús Soto dejó a la música: el Gran virtual amarillo. Esa es una obra en amarillo y blanco que logra fusionar el exterior con el interior del edificio y fue terminada de construir en 2006. Además, refleja la pasión que el maestro sentía por las melodías.

Dos de las salas más importantes del Cnaspm –la Simón Bolívar y la Anfiteátrica– también guardan un secreto artístico: las alegres butacas creadas por Cruz-Diez que reciben el nombre de Inducción cromática para sentarse a oír música. Su concepción se basó en la programación de cinco colores y diez permutaciones, a partir de la combinación de ellos.

Demandas acústicas. Con aportes económicos del Instituto Nacional de la Vivienda y del Banco Interamericano de Desarrollo en 2011 fue inaugurada la primera de las ocho sedes del Sistema que se prevén construir en todo el país.

“Desde 1984 el maestro Abreu me propuso trabajar en este proyecto, pero no se concretaba por falta de recursos”, cuenta Lugo.

En principio, según afirma el arquitecto, se planteó la construcción de un salón principal y 100 cubículos de ensayo, pues la orquesta se desarma durante la semana para practicar por familias de instrumentos. “Hubo que concebir varios formatos porque cada grupo tenía requerimientos acústicos distintos, como la altura de los salones, por ejemplo”. Actualmente, además de la sala Simón Bolívar están la Fedora Alemán y la Anfiteátrica, que tienen un aforo menor, pero igualmente se usa para eventos y grabaciones.

Lugo también explica que el edificio está dividido en dos bloques: el asociado a las salas, que se ubica hacia el parque Los Caobos –donde hay cubículos de ensayo–, y la torre norte, localizada más cerca del bulevar Amador Bendayán, en la que funciona la parte académica del Sistema.

Con respecto a los materiales que predominan en la construcción del centro, el arquitecto indica que el concreto es el protagonista. “La idea fue trabajar en un edificio que demandara poco mantenimiento y que fuese a prueba de vandalismo. Intentamos que no hubiese manera de dañarlo o romperlo”.

El piso de los pasillos del edificio es de goma Pirelli, el mismo material utilizado en las estaciones del Metro de Caracas. En los techos de las salas fueron instaladas estructuras metálicas que facilitaran los montajes y permitieran fáciles modificaciones a la estructura.

La acústica fue el aspecto que determinó el trabajo de Lugo. Dice que en el caso de las salas de conciertos y ensayos tuvo que trabajar con paredes triples, puertas especiales y un aire acondicionado de baja velocidad para impedir la transmisión de vibraciones de un lugar a otro.

Culto a las melodías. La sala Simón Bolívar, con un aforo de 1.000 personas, es la consentida de la mayoría de las personas que conocen la sede. Eso no es una casualidad, pues uno de sus principales atractivos es un órgano tubular donado por la Fundación Polar que mide 11 metros de alto por 13 metros de largo. Esa pieza fue construida especialmente para el Sistema por la compañía alemana Orgelbau Klais.

Cuenta Lugo que en principio se pensó que la sala Simón Bolívar tendría un solo palco. Sin embargo, el maestro Abreu sugirió la incorporación de otros, por lo que finalmente se dispusieron cuatro.

Como dato curioso, el arquitecto explica que toda la placa del piso de ese espacio es independiente del resto de la estructura interna del salón para evitar la transmisión de vibraciones.

Además, uno de los detalles que confirman la importancia de esa sala es su escenario integrado por tres plataformas móviles independientes que pueden ser controladas electrónicamente. Incluso, el piso de la tarima es de corazón de pino de Arkansas, una madera que tiene la propiedad de recuperar su estado original ante las pequeñas agresiones ocasionadas por las picas del violoncello y el contrabajo.

La sala Simón Bolívar ha sido el auditorio de grandes maestros como Claudio Abaddo, el polaco Krzysztof Penderecki –uno de los compositores más importantes de contemporaneidad–, Gustavo Dudamel, sir Simon Rattle y Diego Matheuz. También fue allí donde debutó la Orquesta Infantil y Juvenil Alma Llanera, uno de los programas bandera del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela.

Concha acústica

El parque Los Caobos colinda con la obra arquitectónica de Tomás Lugo y presta su verdor para complementar la experiencia de visitar el Centro Nacional de Acción Social por la Música. Con la finalidad de usar sus jardines como auditorio, el maestro Abreu solicitó la incorporación de una concha acústica mecánica en la que en ocasiones se ofrecen conciertos.

Señas

Bulevar Amador Bendayán, Quebrada Honda, Los Caobos, a una cuadra de la estación del Metro Colegio de Ingenieros. Caracas, Venezuela.

Source : El Nacional - Grecia Toukoumidis

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